Antiguamente la familia y los niños se reunían en Nochebuena delante de la chimenea para cantar villancicos y escuchar las historias que los abuelos contaban, mientras un gran leño ardía en el hogar. Se elegía uno de madera muy dura y de suficiente tamaño para que durara su llama toda la noche. Era decorado bellamente con hojas y cintas de colores, y encendido por el más joven y el más viejo de la familia, siendo además bendecido con agua bendita o con aceite o aguardiente.
Las cenizas, en una tradición que se remonta al siglo XII, se guardaban hasta el año siguiente ya que se les atribuían propiedades milagrosas, protegiendo de los males y catástrofes.
Esta ancestral costumbre existe en diferentes versiones en otros países. En Italia se le llama “ceppo” al tronco de navidad. En Inglaterra lo llaman “Yule Log”, e incluso existe en Québec.
La sustitución de las grandes chimeneas por las prácticas estufas de carbón, a finales del XIX, hizo que se sustituyera, de forma testimonial, por un pequeño tronco en el centro de la mesa, decorado con hojas y velas, a modo de adorno navideño.
1 comentario:
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